“L’intérieur est nu et vous suggérez, par création de l’esprit, tout ce que vous voudrez”
Boîte à miracle, Le Corbusier. Paris, 1948

En un mundo saturado de “arquitectura de ocasión”, la casa Guayacanes se ofrece -por el contrario- como una “ocasión de arquitectura”. Se aprovecha lo “cotidiano” y lo “doméstico” como excusa para reivindicar la vigencia actual de la disciplina arquitectónica y su valor formal.

A partir de un volumen cúbico virtual –una “caja”- se practican sencillas operaciones de disección, separación y desplazamiento. Así, la planta queda dividida en dos piezas simétricas mediante una incisión de luz que constituye el catalizador espacial y funcional de la vivienda. Ese plano de luz y aire no sólo biseca el programa de necesidades para resolver la distribución de la planta y sus comunicaciones verticales sino que, sobre todo, propicia la continuidad visual del paisaje a lo largo de la casa. La descomposición inicial de la planta queda descrita igualmente en sección, al dividirse ésta por el plano de ingreso en el ecuador del cubo, dada la suave pendiente de la topografía. Arriba queda la zona de noche, en medio la zona de día y abajo la zona de servicio.

El objeto se desarrolla como dos barras paralelas donde se albergan las zonas privadas y las cuales se articulan por otra barra menor semitransparente que contiene el punto de circulación vertical y al mismo tiempo es el eje que conecta visualmente el patio trasero, con el vestíbulo, con el antejardín y el paisaje urbano.